Me gusta la Navidad, es un hecho, nunca lo he negado.
Y aunque ya uno peine alguna que otra cana y las navidades sean muy distintas a como eran hace años. Llegaba el día de la lotería y precisamente a uno le podía tocar el gordo en casa si llevaba malas notas, que normalmente coincidían con ese día, sobre todo recuerdo un año ya en el instituto en el que soñaba con un exageradamente largo viaje en el bus de vuelta a mi casa.
Y esos años en los que te hacían vestirte de pastorcillo en el cole, esos puentes de Diciembre montando el árbol o el mega-belén que montábamos cuando vivíamos en el piso. Todo eso quedo atrás como tantas otras cosas.
Las visitas al centro de Madrid, ya si las hago son con amigos normalmente, Cortilandia es mas un reencuentro breve con el niño que todos aún tenemos dentro. Me siguen gustando las dos noches de regalos, porque en mi casa siempre hubo Papa Noel y Reyes Magos. Hubo unos años que la noche de Reyes era para mi una noche de trabajo, no me importaría que volviera a serlo, porque la magia de esa noche cuando uno crece queda muy diluida, aunque la mañana sigue teniendo esa magia sobre todo reflejada en las caras de mis primos pequeños.
Como oí una vez en una película, llega un momento en la vida en la que te deja de dar cosas para empezar a quitártelas, por suerte a mi me queda toda la familia, así que esta Navidad volveré a intentar disfrutar de ella entera.
Y estos días siempre escuchas algún villancico y desde hace unos años, este se ha convertido en uno de mis favoritos...
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