martes, 9 de noviembre de 2010

Siempre es de noche

Cuéntame cómo va cayendo el sol. 
Mientras hablas pensaré: 
qué guapa estás, qué suerte ser 
la mitad del cuento 
de un atardecer 
que observo 
al escucharte, 
porque mis ojos son tu voz. 

Acércate, cuando estemos 
piel con piel, 
mis manos te dibujarán, 
tu aroma me dirá tu edad. 
Junto a ti, unidos 
sin saber por qué 
seguramente se me note 
el resplandor de una ilusión, 
porque a tu lado puedo olvidar 

Que para mí siempre es de noche, 
pero esta noche 
es como un atardecer, 
si logras que a la vida me asome, 
tus ojos sean los que brillen. 
Y la luna que la borre, 
que en mi eterna oscuridad 
el cielo tiene nombre: tu nombre. 
Qué no daría yo por contemplarte 
aunque fuera un sólo instante. 

Hace frío, es tarde 
y tienes que volver, 
que hay alguien que te espera, seguro. 
Una vez más el tiempo se nos fué. 
¿Volverás?, 
dime si mañana volverás 
como lo has hecho cada tarde, 
para contarme cómo muere el día. 

Y se marchó. Ella se alejó de él. 
Pero, como en las cartas...: 
dos puntos, 
posdata, 
se me olvidaba, no me presenté. 
Sólo fui testigo por casualidad, 
hasta que de pronto, él me pregunto: 
era bella, 
¿no es verdad? 
"más que la luna" -dije yo-, 
y él sonrió. 

Nunca más se hará reproches 
por intentar amanecer. 
no volverá a perderse en la noche, 
porque su alma hoy brilla 
con más fuerza 
que un millón de soles. 
Pero, en su eterna oscuridad, 
a veces se le oye a voces: 
qué no daría yo por contemplarte, 
aunque fuera un solo instante...

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