No se me ocurre mejor titulo para esta entrada, y es que el destino es a veces bastante caprichoso por no llamarle bastante cabroncete, jeje.
Recuerdo hace unos años que siempre deseaba encontrarme con una persona, cruzar una esquina y que estuviera alli, entrar a un bar y que ella estuviera en la barra tomando una copa, nunca buscaba los encuentros pero si queria que ocurrieran.
Ocurrio una vez o dos, y ciertamente no fueron nada memorables, es mas, el primero de ellos me hizo ver por primera vez como realmente era ella.
Las ganas de encontrarla murieron como otras tantas historias, pero la sombra nunca me abandono del todo, y no por que yo no quisiera borrarlo, sino porque el puñetero destino actuaba.
Van 3 años de encuentros, el primero un leve intercambio de saludos, el segundo un brillante juego con las luces del local para ocultar mi presencia, y un tercero en el que habilmente me converti en el hombre invisible.
Y es que tiene narices que en una ciudad de mas de 200.000 habitantes, y en su semana de ferias me la tenga siempre que encontrar o cruzarme con ella, no cuando me interesaba pero ahora si, por eso me hace gracia lo caprichoso que es el destino.
Por suerte el resto del año nos movemos en distintos ambientes, y no se producen estos encuentros, que no es que no quiera saludarla, pero no quiero que si la salude tenga a los orcos de mordor escrutandome cada palabra que la diga...
En resumen, que el destino es un poco cabroncete cuando quiere, y en el momento mas inesperado, te trae recuerdos lo suficientemente enterrados como para olvidar que un dia existieron
No hay comentarios:
Publicar un comentario